3.10.2012

El 15 que fue ayer.

          El silencio arroja gritos y notas que vuelven en ráfagas de miradas cargadas de sensaciones. De alguna manera se esfuma y evapora todo lo que nos rodea en un chasquido ciego. La luna resopla en esa sincera sonrisa que cuelga de tu rostro, y las estrellas son los testigos de las primeras tres horas de la noche que compartimos a medias. Somos dos magias tendidas bajo sospechas ajenas, envueltas en un murmullo monótono, ahogadas por siete tentaciones contenidas a presión. Todo lo existente flota por debajo de la intimidad y por encima de las nubes. Te sostienes con el dolor que derramas a lentos compases, esos compases que empiezan a atarme a la dependencia. Las líneas de deseos se reducen a necesidades y las palabras se deshacen en el aire ya que con ver y mirar nos basta. Los dolores suspiran en los horizontes lejanos, han dado por hecho que hoy no es el día en que caen. Brillamos entre los nacimientos y muertes de sonrisas inevitables, es algo curioso.

Es estar contigo.


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