15.05.2011

                 Tengo un boli en la mano y un cuaderno con páginas en blanco. Y estoy aquí, sentada en un pequeño cuarto, en mitad de Bilbao, faltando a mi clase de violín y esperando a que me llegue la inspiración para escribir un trabajo que debo entregar mañana. Y nada. Nada, nada, nada. Mi mente en blanco, al igual que las hojas del cuaderno. Bueno, no del todo en blanco, porque sé perfectamente por qué no se me ocurre nada: TÚ.

                

                 Solamente tú. Eres lo único en lo que pienso. ¿Y por qué? Porque me haces feliz. Disfruto cada momento cuando estoy contigo. Recuerdos, ideas, planes para mañana, da igual de qué hablemos.

Tus caricias, tu mirada, tu risa y tu sonrisa. Tus abrazos. Tus besos. Me gusta cuando te enfadas, o cuando me dices que enfadada te encanto. Me gusta cuando discutimos y siempre te llevas tú la razón. Me gusta cuando me envías el "Buenos días princesa" o el "Ya te echo de menos", y también me gusta que me hagas callar con un beso. Me encanta todo de ti. Me encantas tú.

                Por eso quiero decirte que estos treinta días han sido increíbles para mi. He disfrutado todos y cada unos de los 2.592.000 segundos que he vivido contigo. Puede que para ti esto no signifique nada, y lo entiendo. Pero yo tenía que hacértelo saber. Porque yo sin ti no soy. No te alejes de mi.

                 Y no, yo no te quiero. Ni te re que te quiero, y tampoco te amo. 

                 Yo te re que te amo.